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Christ (Spanish)

Cristo/mesías es una designación bíblica para gobernantes ordenados por Dios: reyes y sacerdotes del pasado, así como figuras escatológicas de un redentor


Samuel and David wall panel

Cristo
Autor: Max Botner
Tradujo: Mercedes García Bachmann (Asociación Bíblica Argentina)

Si digo “Cristo”, estoy seguro de que la mayor parte de mi audiencia pensará en el nombre de Jesús. Esto es porque muchos/as hoy tratan “Cristo” como apellido, permitiéndoles referirse a Jesús como a sus gobernantes: May, Macron, Merkel, Putin y Trump. Pero, en realidad, la palabra Cristo (griego Xristós) es simplemente la versión griega de la palabra hebrea para mesías (mashíaj), un antiguo sacerdote o rey a quien ungiera YHWH para gobernar sobre Israel. A lo largo de la Biblia Hebrea hay numerosos “mesías”, así como hay numerosos autoproclamados mesiánicos a lo largo de la historia. Dependiendo de a quién preguntaras, el mesías pudo ser Zorobabel ben Shealtiel, Jesús de Nazaret, Simón bar Kojbá, incluso Herodes el Grande. Mientras que el cristianismo está unido en su confesión de que Jesús es el mesías, las expectativas mesiánicas en el judaísmo son muy diversas.

¿Quién es el mesías y qué aspecto tendría que tener?

La película de Monty Python Life of Brian cuenta la historia de un hombre que tiene la mala fortuna de que lo confundan con el mesías. En un momento, el exacerbado Brian confronta a sus prospectivos/as seguidores/as diciéndoles “¡No soy el mesías!”, a lo que le responden, “¡Yo digo que lo sos! Y yo debería saberlo, señor, ya que he seguido a unos cuantos.” Aunque continúa insistiendo que no es el mesías, el desventurado nazareno protesta demasiado; como le recuerda una mujer de la multitud, “¡Sólo el verdadero mesías niega su divinidad!” “Bueno ¿qué opción me deja eso?” se pregunta Brian: “¡Muy bien, soy el mesías!” a lo que la multitud responde, “¡Lo es! ¡Él es el mesías!”

Aunque sea cómica, esta escena ilustra bien la paradoja del mesianismo. Por una parte, el mesianismo implica un fuerte sentido de cómo debería verse y comportarse un mesías, hechos mediados por tradiciones idealizadas sobre antiguos reyes y sacerdotes. Uno de los temas constantes en Life of Brian, por ejemplo, es que el mesías sería un líder militar advenedizo, como el joven David (ver 1Sam 16:13). Por otro lado, el mesianismo navega entre tradiciones escriturísticas a la luz de las experiencias del presente. La afirmación “sólo el verdadero mesías niega su divinidad”, por ejemplo, filtra las expectativas mesiánicas a través de tradiciones cristianas sobre un mesías particular, Jesús de Nazaret.  

La intersección entre la tradición escriturística y la experiencia empírica está en el centro del discurso antiguo sobre los mesías. Los y las primeras creyentes en Jesús leyeron sus escrituras a la luz de la resurrección de su mesías (ver Lucas 24:25-27, Lucas 24:44-49). Para algunos/as, Jesús es el hijo de David a quien Dios levantó y entronizó como hijo de Dios (Rom 1:3-4; cf. 2Sam 7:12-14; Sal 2:7). Para otras personas, era significativo que Dios lo hubiera ungido como sacerdote (Heb 5:1-10; Heb 7:1-9:28). Tales reivindicaciones pueden compararse con el ideal de la secta de Qumrán de una estructura política diárquica—los mesías de Aarón e Israel—o con los pretendientes reales mencionados por Josefo (J.W. 2.434; Ant. 17.278); o con el corto reinado de Simón bar Kojbá, quien se llamaba a sí mismo nasi Israel, “regidor de Israel” (cf. Ezek 34:24; Ezek 37:25). Así, el mesianismo apenas puede considerarse un ejercicio de fantasía escriba, pero sí parece que, si una así lo deseara, podría encontrar evidencia escriturística para concluir que “¡Lo es! ¡Él es el mesías!”

¿Cuándo se alinea la tradición del hijo-del-hombre con las expectativas mesiánicas?

Escribiendo en los años tumultuosos del reinado de Antíoco IV Epífanes (ca. 167 AEC), el escriba de Dan 7 narra su visión de la sala del trono divina: “Vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.” (Dan 7:13-14). ¿Quién es este como un ser humano (lit. “como un hijo de hombre”)? (Nota: En la Biblia Hebrea, el término arameo bar enash, junto con su cognado hebreo ben adam [ver, e.g., Sal 8:5; Ezek 2:1], funciona como designación genérica para los y las mortales o descendientes de Adam).     

Aunque hay mucha disputa académica sobre la identidad de la figura del hijo-del-hombre, la historia de la recepción de Dan 7 es fuerte en una dirección: él es el mesías. Sin duda, esta fue la conclusión del temprano movimiento de Jesús. Encontramos indicios de este motivo en las cartas de Pablo (ver 1Cor 15:24) y Jesús es identificado explícitamente como el hijo del hombre de Daniel en los cuatro evangelios canónicos, además de en Apocalipsis. Y lo más llamativo es que los evangelios sinópticos dicen que Jesús respondió la pregunta del sumo sacerdote, “¿eres el mesías?” interpretando que “mesías” significa la figura mencionada en Dan 7 (Mc 14:61-62 y par.).

Por supuesto, la figura del hijo-del-hombre no estuvo monopolizada por el mesianismo cristiano. El Talmud de Babilonia transmite una tradición en el nombre de R. Aqiva, por la que el tanna [líder rabínico] del siglo segundo explota la mención de múltiples tronos en Dan 7:9: “Uno era para él [Dios] y el otro era para David” (b. Sahn. 38b). Aunque esta noción es censurada fuertemente por R. Yose, puede preservar una corriente interpretativa que date del primer siglo EC. Las Parábolas de Enoc (1En. 37-71), una forma de las cuales muchos/as especialistas datan antes de la composición de los evangelios sinópticos, percibe una figura de un hijo-de-hombre sentado sobre el trono celestial del Dios de Israel (ver 1En 62:2, 1En 62:5). Es más: el escriba “Esdras” de fines del siglo primero de la era común divisa una figura de hijo-de-hombre que va a levantarse del mar y gobernar a las naciones desde la cima del Monte Sión (4Esd 13). Como en la tradición atribuida a R. Aqiva, tanto las Parábolas de Enoc como 4 Esdras identifican a este hijo del hombre como el “mesías” del Sal 2. 

Así que, aunque quizás nunca podamos contestar en forma definitiva la pregunta sobre quién fue originalmente “uno como un hijo de hombre” en Daniel, podemos decir, con relativa confianza, cuándo se convirtió en mesías: a más tardar a mitad del primer siglo de la EC.   

  • botner-max

    Max Botner is Assistant Professor of New Testament at Grand Rapids Theological School in Grand Rapids, MI. He is the author of Jesus Christ as the Son of David in the Gospel of Mark, SNTS 174 (Cambridge: Cambridge University Press, 2019).